LA REALIDAD OCULTA

TE INVITAMOS A VIAJAR CON NOSOTROS A TRAVÉS DE LA LÍNEA DIVISORIA QUE
SEPARA LA REALIDAD DE LA FANTASÍA.
José María Ibáñez.

viernes, 4 de mayo de 2012

EL REICH SUBMARINO (I) ALQUIMIA: ALTO SECRETO


VICENÇ ZANÓN

La historia de la Segunda Guerra Mundial dista mucho de estar completa. Se atribuye a Churchill aquella famosa frase: “En tiempo de guerra la verdad es tan preciosa que debe estar rodeada por una guardia de mentiras.”  Si esa sentencia es cierta, la guerra, con sus terribles consecuencias, aun no ha terminado.

Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania organizó el transporte de materiales clasificados como alto secreto tanto por vía aérea como marítima (en este caso siempre utilizando submarinos).  Algunos de los misterios que presentan los hechos acaecidos entonces no han sido resueltos o siguen clasificados, a más de 70 años del inicio de la contienda. Quizás un epitafio adecuado para esa época sería el título de una novela de Philip K. Dick: La penúltima verdad

Submarino de crucero tipo IXD

Pongamos como ejemplo el caso del sumergible U-859 (un submarino de crucero tipo IXD habilitado como transporte). En fecha de 4 de Abril de 1944 a las 4:40 abandonó su puerto en Kiel con misión desconocida, llevando a bordo 67 hombres y… 33 toneladas de mercurio, selladas en botellas de cristal situadas en el interior de contenedores estancos de latón, así como óxido de Uranio. Este sumergible fue hundido finalmente por un sumergible aliado, el HMS Trenchant, en el estrecho de Malaca, en las proximidades del Océano Índico. Hubo un total de 20 supervivientes. Casi tres décadas después los supervivientes rompieron su silencio mientras que el Gobierno de Alemania Federal reclamaba oficialmente el mercurio y el contenido del buque hundido.  El mercurio, en teoría,  era para la industria japonesa de municiones, pero otros autores apuntan a un uso totalmente distinto. Las razones de ese uso tan particular hay que buscarlas en los agitados años de entreguerras.

TRANSMUTACIONES METÁLICAS Y CORPORACIONES ALQUÍMICAS
Estamos en el año 1924. Las grandes potencias buscan acuerdos que permitan alcanzar una estabilidad monetaria internacional. Gran Bretaña se esfuerza en restablecer el patrón-oro, mientras que Alemania necesita préstamos internacionales para tratar de asentar su nueva moneda, el Rentenmark, que acababa de sustituir a un marco sin valor alguno. La inflación y los especuladores son moneda común.
El martes 8 de julio de 1924, los lectores del Frankfurter Zeitung se encuentran con un extraño  artículo que no habla de la inflación creciente ni relata los últimos resultados de los Juegos Olímpicos de París. El autor del artículo es ni más ni menos que un físico de renombre: Walther Gerlach –futuro Premio Nobel de Física junto con Otto Stern- . El título del artículo es, cuanto menos, chocante para un académico de su talla: “La transmutación del mercurio en oro”.


Dr. Walther Gerlach
En el artículo se citan los trabajos del Dr. A. Miethe (con toda probabilidad se trataba de Adolf Miethe) y el Dr. Hans Stammrecih, en cuyos experimentos se desintegraba mercurio con métodos relativamente simples, obteniendo como resultado, entre otros productos, oro. Miethe había observado el fenómeno en lámparas ultravioleta de vapor de  mercurio, las cuales se averiaban y dejaban de funcionar tras un tiempo, apareciendo una incrustación de color negro. Al examinar esas incrustaciones encontró trazas de oro. Posteriormente reprodujo el efecto experimentalmente, al someter esas lámparas a un bombardeo electromagnético  rápido y potente; de nuevo aparecieron las manchas de color negro en cuyo interior se hallaban trazas de oro (entre 1/100 a 1/10 de mg.)  Este oro era extremadamente puro y, cosa extraña, su peso atómico era ligeramente distinto del normal (197,26 contra 197,2).
Stammreich incluso llegó a patentar el proceso (patente 233,715). En ambos casos la cantidad de oro dependía, en parte, de la diferencia de potencial eléctrico, de la intensidad de corriente y de la presión del vapor de mercurio.
La década de los años 20 fue, en este aspecto y durante un breve tiempo, la de la vindicación de la alquimia por parte de algunos físicos. A Miethe y Stammreich se sumó pronto Nagaoka en Japón, que obtuvo resultados similares; sobre el fenómeno opinaron otros físicos célebres, como el Premio Nobel FredericK Soddy, en la revista Nature. Evidentemente, el proceso en sí era ruinoso económicamente, pero el dato a retener es que dichas transmutaciones se efectuaban sin utilizar bombardeo de neutrones o la potencia de un acelerador de partículas, que es la forma universalmente aceptada para transmutar elementos.


En 1926 la revista Scientific American trató de replicar estos experimentos pero fracasó en el empeño. Parece, sin  embargo, que hay elementos a tener en cuenta que no fueron contemplados en los experimentos norteamericanos, como por ejemplo, las condiciones cósmicas bajo las que se realizaban. Este resulta ser un factor vital para muchas experiencias similares y quizás quien más lo puso de relieve fue el físico italiano Giorgio Piccardi, que se refirió a fenómenos similares como “fenómenos físico-químicos fluctuantes(1) ¿Acaso no recuerda esto las preparaciones de los antiguos alquimistas, trabajando bajo determinadas configuraciones celestes?

Walther Gerlach era uno de los que sentaron las bases de la mecánica cuántica (experimento Stern-Gerlach) y un especialista en el espín (o spin), una propiedad fundamental de las partículas físicas que se refiere a su momento angular. También era un experto en resonancia magnética. Por último, hay que recordar que llegó a ser plenipotenciario del programa atómico alemán en 1944 (2) (aunque sería más correcto decir de uno de los programas, ya que el otro estaba dirigido por las SS) y es ahí donde volvemos al punto de partida, como veremos más adelante, a la “misteriosa carga” de algunos submarinos alemanes a finales de la guerra.

Franz Tausend
Lo que primero se inició en laboratorios, terminó decantándose hacia la actividad industrial. Siemens patentó en abril de 1926 un proceso que permitía multiplicar por 10,000 el rendimiento obtenido en esos experimentos iniciales, consiguiendo 100 miligramos de oro por un kilo de mercurio (patente 243,760). Franz Tausend, un alquimista, continuó con esta saga de la transmutación del mercurio. Es conocido por el juicio por estafa al que fue sometido –donde probablemente fue el chivo expiatorio de otros movimientos financieros irregulares de sus patrones- y, en cambio se olvida que tuvo que demostrar su método de transmutación ante un tribunal y que dicho método funcionó. Con Tausend aparecen las “corporaciones alquímicas”, apoyadas por importantes industriales como Alfred Mannesmann y que pronto cayeron bajo el control de las SS y desaparecieron de la vista pública, sumiéndose en el más opaco de los secretos. Una carta de posguerra del general de las SS Oswald Pohl, atestigua que las “compañías alquímicas” trabajaban para Heinrich Himmler. Pero su principal objetivo, a medida que la Segunda Guerra Mundial avanzaba,  no era obtener unos miligramos de oro, sino ganar la guerra. Y ahí encontramos de nuevo experimentos con mercurio. Experimentos para conseguir el arma absoluta. En el confuso final de la conflagración en Europa, parece ser que lo que se consiguió fue del máximo interés para las potencias vencedoras: armas de un poder terrible que podrían haber cambiado el curso de la contienda de haberse ultimado tan sólo unos meses antes.
El tiempo corría también para los aliados en la carrera por el arma definitiva y, aunque la historia oficial nos explica que todo empezó con una explosión cegadora en Alamogordo, Nuevo México, sus raíces nos llevan a Europa.

BUSCANDO A FULCANELLI Y A EDWARD DUTT DESESPERADAMENTE   
En efecto, con el final de la guerra en Europa, el denominado “Grupo ALSOS” se dedicaba a reclutar cuanto científico alemán o del Eje pudiera. Tan sólo una ínfima parte de lo que se descubrió ha sido hecho público y a cada año que pasa se incrementa el goteo de hechos extraordinarios que nos muestran hasta que punto la ciencia había tomado rumbos distintos en el bando que perdió la guerra. Jacques Bergier menciona en “El retorno de los brujos” como un comandante anónimo, del cual el profesor Samuel A. Goudsmidth  ha contado algunas de sus  aventuras en el libro ALSOS”, se puso en contacto con él. Según cuenta  Bergier, dicho militar: Estaba muy agitado y parecía que lo espoleaban desde Washington.  Quería saber ante todo lo que Bergier había logrado descubrir o adivinar sobre los proyectos nucleares alemanes. Pero, sobre todo, era indispensable para la salvación del mundo, para la causa aliada y para el ascenso del comandante, encontrar urgentemente a Eric Edward Dutt y al alquimista conocido por el nombre de Fulcanelli.” El misterioso personaje que se oculta bajo el nombre de Fulcanelli ha sido objeto de una cantidad enorme de especulaciones y sus obras son bien conocidas (Las Moradas Filosofales, El Misterio de las Catedrales), sin embargo, de Dutt apenas si se conoce nada. Volviendo a lo que comenta Bergier: Dutt, sobre el cual Helbronner (3) había sido llamado un día a declarar, era un hindú que pretendía tener acceso a unos manuscritos antiquísimos. Afirmaba haber extraído de ellos ciertos métodos de transmutaciones de los metales, y, por medio de una descarga condensada a través de un conductor de boruro de tungsteno, obtenía señales de oro en los productos recogidos.”

Dutt obtenía trazas de oro partiendo de mercurio. Eric Edward Dutt es un personaje casi tan misterioso como Fulcanelli, pero con la diferencia de que prácticamente no hay nada escrito sobre él. Ciudadano británico de origen hindú e hijo de Percy Chaud Dutt, de Jubbulpore, Provincias Centrales, India, vivió inicialmente en Londres y estuvo casado con Dorothy Shakuntala Dutt, la cual pidió el divorcio en el año 1929. Del Reino Unido se trasladó a Suiza, donde dispuso de un laboratorio en Hilterfingen, cerca de Thun. Posteriormente fija su residencia en Paris ¿conoció allí a Fulcanelli? Lo cierto es que afirmó haber trabajado con Madame Curie. Dutt llegó a patentar numerosos procedimientos químicos que pueden encontrarse en el registro de patentes y, al parecer, era una especie de aventurero que se movía de un país a otro. En 1936 aparece súbitamente en Grecia, haciendo una escala en su viaje a la India,  -donde al parecer disponía de otra residencia- y se dirige a la embajada americana en Atenas. Allí se entrevista con un funcionario de la embajada, un tal MacVeagh,  y se presenta como un “electro-químico” que realizó investigaciones en Cambridge y trabajó con Madame Curie en Paris. Lo que explica después es algo pavoroso que alarma al funcionario. Expone que tiempo atrás había desarrollado un medio para obtener sintéticamente el elemento Polonio. El procedimiento no se basaba en su extracción de la pechblenda, sino que se producía por transmutación. No aclara qué isótopo de Polonio produce, pero como es bien sabido el Polonio es radioactivo y extremadamente tóxico. Su manejo es muy peligroso y requiere equipo especial y altas condiciones de seguridad. Detalla que un sólo gramo de polonio disuelto en 1, 000,000 de Tm de agua sería fatal para todo el que bebiera dos litros del agua contaminada. Dutt explica que tiene conocimiento de que el procedimiento fue vendido a la Delegación Soviética de Comercio (el habría tratado de vender el proceso de obtención de Polonio a Francia y a Inglaterra, sin éxito (4))  y que la Unión Soviética puede producirlo y usarlo bélicamente como gas venenoso. Igualmente comenta que cierta cantidad podría haber salido ya hacia los EEUU donde serviría para contaminar el agua o quizás fuera empleada contra las tropas italianas en Abisinia.  McVeagh comenta, sobresaltado, que un proceso así podría llegar a contaminar la Tierra si escapara de control.

El mismo día en que estalla la Guerra Civil en España, 18 de Julio de 1936, se remiten sendos telegramas a los EEUU: al Departamento de Guerra y al Secretario de Estado, informando de lo que ha declarado Dutt. McVeagh parece haberse informado posteriormente y, como si quitara hierro a los primeros mensajes, añade que el Foreign Office británico tiene a Dutt por “un conocido impostor”. Para ser un “conocido impostor”, hay que añadir que estos telegramas no fueron desclasificados… ¡hasta 1980! Posteriormente Dutt desaparece, no se sabe si finalmente llegando a la India, como dijo, o hacia otra parte. Los registros del Departamento de Estado norteamericano indican que estuvo en España, siendo delegado del Partido Revolucionario de Gopal Mukherjee ante el gobierno de Franco. En Francia estuvo en contacto con el Abwehr, el Servicio de Inteligencia militar alemán, pero en 1941 ofreció también sus servicios a los británicos como agente doble. Dutt, alias Chand, vivía no sólo como un aventurero científico, sino también como un espía. Lo cierto es que el grupo ALSOS no lo encuentra por ninguna parte. Como Fulcanelli parecía haberse esfumado. Finalmente les informan que Eric Edward Dutt, había sido fusilado por el contraespionaje francés en África del Norte por colaboracionista.

En 1937, Jacques Bergier se había entrevistado, a petición de André Helbronner, con un misterioso personaje que identificó como Fulcanelli. Sus palabras respecto a los descubrimientos en física atómica fueron de precaución, avisando de un gran peligro: Monsieur André Helbronner, del que tengo entendido que es usted ayudante, anda buscando la energía nuclear. Monsieur Helbronner ha tenido la amabilidad de ponerme al corriente de algunos de los resultados obtenidos, especialmente de la aparición de la radioactividad correspondiente al Polonio, cuando un hilo de Bismuto es volatilizado por una descarga eléctrica en el seno del deuterio a alta presión. Están ustedes muy cerca del éxito, al igual que algunos otros sabios contemporáneos. ¿Me permite usted que le ponga en guardia? Los trabajos a que se dedican ustedes y sus semejantes son terriblemente peligrosos. Y no son sólo ustedes los que están en peligro, sino también la Humanidad entera.” Finalmente, el desconocido interlocutor de Bergier advierte del peligro de contaminación de la atmósfera de todo el planeta.

En la inmediata posguerra, el comandante de ALSOS, en prueba de agradecimiento por su ayuda, hizo llegar a Bergier, antes de su publicación, las pruebas de imprenta del informe “Sobre la utilización militar de la energía atómica”, por el profesor H. D. Smyth. Este texto contenía curiosas confirmaciones de las palabras formuladas por Fulcanelli en junio de 1937:  La memoria de Smyth aludía igualmente a radiaciones venenosas, a gases, a polvos radiactivos de extremada toxicidad y que podían prepararse en grandes cantidades con relativa facilidad. El alquimista había hablado de un posible envenenamiento de todo el planeta.

Dutt era un experto en alquimia hindú, es decir, Rasa Shastra o la ciencia del mercurio.  La alquimia  hindú se divide en nueve categorías, la primera y más importante está referida al mercurio, considerado el metal maestro, por encima de los demás. En los tratados alquímicos védicos, cualquier preparado alquímico medicinal multiplica su fuerza por diez si en el interviene el mercurio. Es más, los fabulosos Vimanas, las naves de los dioses descritas en las epopeyas como el Ramayana y Mahabharata o en el Samarangana Sutradhara  hacían uso del mercurio para propulsarse.  Encontraremos también el uso de mercurio en algunos misteriosos proyectos alemanes, como por ejemplo el que era conocido como Die Glocke (La campana) que utilizaba mercurio circulando a una elevada velocidad en dos contenedores contrarrotatorios.  Este proyecto fue dirigido por Walther Gerlach, pero esto es tema para otros artículos.

Por lo que hace al Polonio y su uso por la Unión Soviética, nunca más se supo nada al respecto. Nunca se produjo ningún uso de esa arma de destrucción masiva, quizás por el riesgo de terminar contaminados tanto agredido como agresor. De todas formas, recordémoslo, han existido rumores de que el Polonio ha sido una de las armas “silenciosas” usadas por el KGB (o actualmente por el FSB). Quizás el caso más obvio sea el de Aleksandr Litvinenko, muerto por envenenamiento de Polonio con los síntomas que describió exactamente Dutt.



Han pasado décadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero este tipo de investigación ha caído en el olvido y cualquier tipo de resultado importante ha sido puesto bajo alto secreto. Quizás un eco fue el extraño caso del “mercurio rojo” y la auténtica paranoia de “caza al terrorista” que se dio en los años 90 del siglo pasado. La explicación oficial nos cuenta que fue una especie de elaborado fraudepara capturar a terroristas en busca de armas nucleares, pero hay muchos hechos que no encajan con esta descripción. El mercurio rojo sería un tipo de material balotécnico con una capacidad de densidad energética tan grande que permitiría construir bombas de fusión sin necesidad de utilizar como detonante una bomba de fisión. Ello abriría el paso a bombas de fusión en miniatura, lo que convertiría a nuestro ya atribulado mundo en un infierno potencial. En la entrevista que mantuvo Jacques Bergier con Eugéne Canseliet, éste le advierte: “…Estoy en condiciones de afirmar que puede lograrse la fusión atómica partiendo de un mineral relativamente común y barato, y ello mediante un proceso de operaciones que sólo requieren una buena chimenea, un horno de fundición de carbón, unos cuantos mecheros "Mecker" y cuatro botellas de gas butano.”

Es mejor que este secreto siga bajo siete llaves, de lo contrario nuestro final sería parecido a lo que comenta el Premio Nobel Frederick Soddy en L'interprétation du RadiumPienso que existieron en el pasado civilizaciones que conocieron la energía del átomo y que fueron totalmente destruidas por el mal uso de esta energía.”


(1) Hay actualmente un Comité Internacional para el estudio de los fenómenos fluctuantes.
(2) Sustituyó en su cargo a Abraham Esau, ¡un conocido físico judío alemán que dirigía ni más ni menos que el programa nuclear del III Reich y propuesto por Hermann Göering! La Segunda Guerra Mundial, examinada de cerca, guarda muchas sorpresas no concordantes con la “versión oficial”. Otro ejemplo serían los más de 100,000 soldados alemanes de origen judío que combatieron por la Alemania nazi, algunos de ellos en puestos de gran importancia, incluso mariscales, como Erhard Milch en la Luftwaffe. Otros incluso situados en lugares de honor, como soldados ejemplares.
(3) Helbronner fue el primer profesor de fisicoquímica de Francia y conoció a Jacques Bergier. Fue uno de los que conoció personalmente a Fulcanelli. Investigó en física nuclear en su laboratorio del nº 49 rue Saint-Georges, en Paris. Trabajó para la red clandestina de la Resistencia « Marco Polo », siendo detenido y deportado, muriendo posteriormente en el campo de Buchenwald.
(4) Eric Edward Dutt trató de vender su proceso de obtención de Polonio a las firmas Vickers y Skoda

No hay comentarios:

Publicar un comentario